miércoles, 14 de octubre de 2009

Leyendas Correntinas (religiosas)


El Gauchito Gil


Las historias populares varían, pero, en términos generales, la leyenda cuenta que Antonio Gil fue un gaucho trabajador rural y que una viuda adinerada se enamoró o tuvo un romance con él. Esto le hizo ganar a Gil el odio de los hermanos de la viuda y del jefe de la policía local, quien había cortejado a esa misma mujer. Dado el peligro, Gil dejó el área y se alistó para pelear en la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) contra el Paraguay. Luego de regresar, fue reclutado por el Partido Liberal para pelear en la guerra civil correntina contra el partido opositor Autonomista, pero Gil desertó.
Finalmente capturado, fue colgado de su pie en un árbol de
algarrobo, y muerto de un corte en la garganta. Gil le dijo a su verdugo que debería rezar en nombre de Gil por la vida de su hijo, quien estaba muy enfermo; el verdugo así lo hizo y su hijo sanó milagrosamente. Él le dio al cuerpo de Gil un entierro apropiado, y las personas que se enteraron del milagro construyeron un santuario, que creció hasta hoy día.

Leyendas Correntinas (religiosas)

San La Muerte o Señor de la Buena Muerte

Su culto no tiene una fecha determinada, se acostumbra a rezarle el Viernes Santo y el Día de Todos los Muertos. Representado por una figura esquelética armado con una guadaña, algunas veces sentada sosteniéndose la cara con las manos y otras veces de pié. Las imágenes son pequeñas, de aproximadamente tres o cuatro centímetros aunque las más altas pueden alcanzar unos quince. Se dice que al estar sentado representa a los sabios de algunas tribus guaraníticas que oficiaban de intermediarios en los conflictos, es por eso que a San La Muerte se lo solicita para solucionar problemas amorosos, como protector de matrimonios desavenidos, para curar mal de ojo y causar o contrarrestar algún daño. Otra versión sostiene que hace mucho tiempo existía un rey famoso por la justicia que impartía, al morir, Dios lo llamó a su lado para que lo ayude en el cuidado de la vida y la muerte de los humanos. Lo llevó a un sitio en el que había una innumerable cantidad de velas, algunas recién encendidas y otras por apagarse, estas eran de los hombres que debían morir y él era el encargado de bajar a la Tierra para recoger sus almas. Por este motivo sus creyentes se encomiendan a él en la hora de la muerte. Se dice que antiguamente "los hombres de mala vida", se implantaban bajo la piel una pequeña imagen esculpida en hueso humano, si resultaban malheridos en una reyerta, debían quitarse la imagen con un corte superficial de cuchillo y rezar para que San La Muerte se los lleve sin sufrimiento.

Leyendas Correntinas


El Carau


El carau es el nombre de un ave zancuda de plumaje negro y vuelo torpe que habita en lagunas esteros y bañados. Como su nombre lo indica su característica es su grito, que emite casi toda la noche o ante la proximidad de algún extraño a la comunidad en que vive. Cuenta la leyenda que Carau era un muchacho apuesto, muy buen bailarín, guitarrero y cantor que vivía en compañía de su madre, para quien eran todos sus cuidados y desvelos. Pero cierta vez en que ella enfermó seriamente, Carau agotó sus esfuerzos para atenderla con medicación casera y al no obtener mejoría decidió marchar al atardecer hacia el pueblo más próximo, distante a varias leguas del rancho. En el camino encontró un baile donde se acercó por casualidad atraído por una muchacha muy agraciada que a su vez coqueteaba con él, teniendo en cuenta que sobresalía entre todos por su postura y elegancia. Olvidando por completo la enfermedad de su madre, bailó toda la noche hasta que ya de madrugada un amigo le trajo la noticia de que su madre había muerto. No importa mi buen amigo, respondió Carau, hay tiempo para llorar. Sin embargo atormentado por el remordimiento salió del baile para hacerse cargo de su madre muerta; y cuenta la leyenda que durante mucho tiempo peregrinó por el pago sin hallar consuelo. La ropa oscura que usaba, desgastada y desteñida por el tiempo y la intemperie, se hizo trizas transformándose después en plumas. Los brazos se volvieron alas y el cuerpo adquirió la forma de un ave. Se largó a vivir y a llorar por los esteros y cuentan que la muchacha que lo retuvo en el baile también se convirtió en ave tomando la forma de la pollona, que acompaña al carau en su constante peregrinar.

Leyendas Correntinas


La vieja del monte


En los atardeceres y noches de luna, suele sentirse en los montes, en cortos intervalos, unos gritos tristes y prolongados, comienzan siendo muy fuertes y terminan por ser casi audibles.Esos gritos que se asemeja a los de un ser humano perdido en la maraña, son lanzados por un ave, llamado despectivamente la Vieja y por el medio en que mora, se le agrega el adjetivo de "del monte", es decir, Vieja del monte o muaimí caá-buig.Pocos son, somos diría en honor a de la verdad, los que hemos visto a la Vieja del monte. Un raro mimetismo la identifica a la rama del árbol seco donde se posa habitualmente y su incompleta inmovilidad, hacen difícil verla.